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Editorial: Igualdad de género y coeducación

Para la RAE, la coeducación o la acción de coeducar es: “Enseñar en una misma aula y con un mismo sistema educativo a alumnos de uno y otro sexo”. Sin embargo, la coeducación va mucho más allá, sería totalmente insuficiente que sólo se limitase al concepto de educación mixta. Coeducar es educar en igualdad de valores. La escuela debe garantizar la igualdad de oportunidades en la educación de las niñas y niños.

La escuela coeducativa tiene como objetivo la eliminación de estereotipos entre sexos superando las desigualdades sociales y las jerarquías culturales entre niñas y niños”. (Guía de Coeducación, Instituto de la Mujer, Ministerio de Igualdad, 2008) siendo la coeducación un concepto dinámico y flexible abierto a los cambios y nuevas actualizaciones que se puedan requerir a lo largo del tiempo.

La práctica de la coeducación requiere un trabajo transversal, desde la FAPA Francisco Giner de los Ríos hemos defendido y argumentado la necesidad de esa transversalidad para poder trabajar los valores que la impregnan de una manera efectiva. La creación de “una asignatura más” sería, a nuestro entender, un error. Cualquier momento es ideal para enseñar el respeto mutuo, la transgresión de roles estereotipados, eliminación de situaciones de desigualdad y jerarquías culturales sexistas…

La participación de las familias en los centros educativos es fundamental, trabajar de manera conjunta con los y las docentes en el proceso educativo de nuestros hijos e hijas permitirá que los principios que sustentan la coeducación adquieran un papel protagonista en el mismo.

La LOMLOE tiene entre sus principios rectores la igualdad entre mujeres y hombres. La norma refuerza este enfoque a través de la coeducación e impulsa en todas las etapas educativas la igualdad efectiva de mujeres y hombres, atendiendo la prevención de la violencia de género y el respeto a la diversidad. Un gran avance respecto a las leyes de educación anteriores, que abre paso a principios que marcarán una sociedad más justa y más igualitaria.

Lograr la igualdad real y efectiva debe ser un propósito y compromiso primordial de todos y todas, para conseguirlo el papel de la educación es crucial. La educación es la herramienta más potente. La escuela es un lugar privilegiado para fortalecer los valores éticos y democráticos, semilla de las futuras generaciones de hombres y mujeres.

Sin coeducación no hay una educación de calidad. Para ello es necesario tiempo, espacios y herramientas. En el Consejo Escolar del Estado se acordó constituir una ponencia de coeducación, fruto de la misma se ha publicado la “Guía de Consejos Escolares que coeducan”. Esta práctica se ha hecho extensiva a los Consejos Escolares Autonómicos que, a su vez, lo harán a los Consejos locales y de centros educativos. Encarna Cuenca, presidenta del Consejo Escolar del Estado nos contará en un artículo de la presente revista, más detalles al respecto.

El modelo organizativo del centro, qué sucede en el aula, en los patios… cada momento debe tener presente los principios coeducativos.

Para poder materializar la coeducación en las aulas es necesario tener recursos, la coeducación no puede depender de la voluntad e implicación de los profesionales, deben estar respaldados con formación, tiempo, recursos materiales y humanos que lo sustenten.

Si hacemos un rápido recorrido por el tiempo y nos situamos a mediados del siglo XVIII, en esa época empezaba a construirse lo que es la base del sistema educativo actual en Europa, donde el modelo educativo era separado y diferenciado, niños y niñas se educaban por separado y no sólo eso, sino que las enseñanzas también eran distintas entre ellos. La educación de las niñas se basaba prácticamente en rezar y coser, no se las enseñará a leer, escribir y contar hasta 1821. Sólo en los lugares donde había sólo una escuela podían convivir niños y niñas, pero con tratos diferenciados, en 1857 la Ley de Instrucción Pública indicó la obligatoriedad de mantenerlos separados incluso en esas escuelas unitarias.

A principios del siglo XX empezaron a vislumbrar los inicios de la escuela mixta, acompañada de grandes polémicas. Emilia Pardo Bazán, como consejera de Instrucción Pública, expuso en el Congreso Pedagógico de 1892 la implementación de la coeducación a todos los niveles, con objeto de superar la división de funciones asignadas al hombre y a la mujer, pero no fue aprobada.

La Institución Libre de Enseñanza lo llevará a cabo vinculando la coeducación a los principios pedagógicos de su modelo de escuela. En ese momento la coeducación empieza a introducirse en los modelos educativos más vanguardistas de la época, con la oposición de los sectores más vinculados a la Iglesia. La introducción de la coeducación en las aulas benefició al incremento de escolarización de niñas en el sistema educativo.

En el periodo de la guerra civil la escuela sufrió una gran regresión, la Iglesia volvió a asumir la gestión de los centros educativos y se prohibió de nuevo la escolarización mixta de niños y niñas en los niveles primario y secundario.

La ley General de Educación, en 1970, vuelve a contemplar la escuela mixta, ofreciendo el mismo currículo para niños y niñas, pero será sólo un primer paso, la coeducación no empezará a aflorar hasta pasados varios años después.

Estamos en 2023 y aún seguimos debatiendo sobre la necesidad de afianzar la coeducación en la escuela. En pleno siglo XXI todavía nos encontramos en Madrid prácticas segregadoras del siglo XVIII que siguen arraigadas, de manera minoritaria, en algunos centros educativos de nuestra Comunidad, respaldados por la Administración Regional. A nuestro entender, situación totalmente incomprensible.

Con la entrada de Esperanza Aguirre en el gobierno regional de cinco centros privados concertados que segregaban por sexo se pasó a 17. La administración destinó a este tipo de educación en el curso 1999-2000 la cantidad de 4,1 millones de euros de dinero público.

En el curso 2021-2022 la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha destinado la friolera de 43,5 millones de euros.

Casi 86 años después de la aprobación de la orden ministerial que reguló la coeducación en las escuelas públicas, nos encontramos con más de cincuenta centros educativos en Madrid que practican este tipo de educación en el que no se contempla la coeducación.

En los diferentes artículos de la revista encontraréis diferentes opiniones y experiencias sobre coeducación, deseamos que sean de vuestro agrado y que su lectura provoque en los y las lectoras nuevos e interesantes debates que ayuden a seguir avanzando en derechos.

Aún queda mucho camino por recorrer; todos y todas tenemos la responsabilidad y el deber de seguir trabajando para sensibilizar y concienciar de la imperiosa necesidad de implantar la coeducación en las aulas, sólo de esa manera podremos conseguir que las generaciones futuras puedan afianzar una sociedad más igualitaria y justa.

Mari Carmen Morillas Vallejo

Presidenta de la FAPA

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