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Hacia una política de comedores escolares más ambiciosa: una oportunidad para generar un cambio sistémico

Ernesto Gasco. Ex Alto Comisionado para la lucha contra la Pobreza Infantil

Los centros educativos son espacios ideales para promover el bienestar infantil y favorecer estilos de vida saludables. En ellos, los comedores escolares juegan un papel fundamental. Una política de comedores escolares de calidad tiene, además, el potencial para impulsar transformaciones que sobrepasan al entorno educativo, favoreciendo una sociedad más justa, equitativa y ecológicamente sostenible, convirtiéndose así en una inversión con un alto retorno económico. Los comedores escolares son cruciales para el bienestar de la infancia, pero también para el de la sociedad en su conjunto, porque pueden contribuir a dar respuesta a dos de los mayores retos que enfrentamos: la justicia social y la transición ecológica.

Una política de comedores inclusiva y de calidad puede generar un cambio sistémico en múltiples dimensiones. Garantizar el acceso a comedores escolares que ofrezcan comidas saludables, nutritivas y sostenibles, que sean espacios seguros y agradables y que no estigmaticen puede: mejorar el estado nutricional y reducir la inseguridad alimentaria; combatir la pobreza infantil en el presente y sus consecuencias a lo largo del ciclo de vida; contribuir a un mejor estado de salud y bienestar; mejorar el desempeño educativo; contribuir a la conciliación familiar y a la igualdad de género; y colaborar con la necesaria transformación de los sistemas agroalimentarios siendo una herramienta útil para proteger el medio ambiente y luchar contra el cambio climático. 

Comedores escolares, una pieza fundamental en la lucha contra la pobreza infantil

Una de las contribuciones más importantes del acceso a comedores escolares es la reducción de la pobreza en hogares con niños, niñas y adolescentes. La evidencia muestra resultados positivos en términos económicos, bien porque reduce el coste que las familias destinan a la alimentación, bien porque contribuye a incrementar la tasa de empleo femenina[1].

El uso de comedores escolares favorece la conciliación familiar, aliviando las labores domésticas de los progenitores. Como lamentablemente estas siguen recayendo más en las madres, las beneficia a ellas en mayor medida, promoviendo así la igualdad de género. Un mayor acceso a comedores escolares se traduce en mayores ingresos para los hogares y en una reducción de la pobreza infantil[2]. Por esto, los comedores escolares constituyen una pieza fundamental de la red de seguridad más amplia que debe proteger a los hogares con hijos e hijas, en especial aquellos que lidian con dificultades económicas.

Los beneficios del acceso a comedores escolares de calidad

El impacto más evidente de una política de comedores escolares eficaz es una mejora en el estado nutricional y una disminución de la inseguridad alimentaria de niños, niñas y adolescentes. Si bien una política de comedores escolares para la infancia en pobreza no es la única vía para garantizarle una nutrición adecuada, la evidencia demuestra que es una de las estrategias más rentables para este fin[3] [4] [5]. Diversas experiencias en países europeos muestran que los comedores escolares reducen de forma importante la inseguridad alimentaria, que estos efectos son mayores cuanto más tiempo se utilice el servicio y que su impacto en la nutrición y la salud está condicionado por la calidad del servicio que se provee[6].

Las intervenciones de carácter más integral en el entorno escolar, que incluyen en el espacio de mediodía, además de comidas escolares nutritivas y saludables, actividad física y educación sobre estilos de vida saludables son altamente efectivas para mejorar la nutrición y la salud infantil[7]. Sabemos, además, que este impacto es mayor para los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares económicamente desfavorecidos[8], lo cual puede contribuir significativamente, por ejemplo, a cerrar la brecha social existente en nuestro país en obesidad infantil[9].

El impacto positivo de los comedores escolares no sólo se da en el ámbito de la nutrición y la seguridad alimentaria. Sabemos que la educación es la mejor herramienta para romper el círculo intergeneracional de la pobreza y los comedores escolares son un indicador de calidad del sistema educativo. Existe una abundante evidencia que relaciona la mejoría en la nutrición infantil con un aumento en el rendimiento académico, una mayor capacidad para concentrarse, memorizar y razonar y un mejor comportamiento en el aula y mayor asistencia a las clases[10] [11]. Si a la nutrición saludable se le añade la actividad física el impacto se potencia: el efecto conjunto se asocia a puntuaciones más altas en las pruebas estandarizadas de rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias[12].

Se ha encontrado también una relación positiva entre el funcionamiento ejecutivo -que engloba habilidades como el control atencional, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento de información, la flexibilidad cognitiva, el control de impulsos, etc.[13]- con el consumo de alimentos saludables (cereales integrales, pescado, frutas y verduras), mientras que los alimentos menos saludables se asociaron inversamente con el funcionamiento ejecutivo[14]. Sin embargo, hay que destacar que estos beneficios pueden verse condicionados por el tipo de jornada -disminuyen en niños y niñas que asisten a centros con jornada intensiva[15]- o por la calidad del servicio[16].

En evaluaciones sobre el impacto causal a largo plazo del acceso a comedores escolares se ha encontrado también un aumento en los años de escolaridad y una mayor probabilidad de realizar estudios universitarios. Y, a mayor nivel educativo, mayores ingresos: los niños y niñas que tienen acceso a comedores escolares durante toda la educación primaria aumentan también sus ingresos en la vida adulta. De nuevo, los resultados muestran que estos efectos son mayores para los niños y niñas en hogares en situación de mayor vulnerabilidad.

Por último, pero no menos importante, cuando los comedores escolares utilizan productos de temporada y de producción local, se convierten en una herramienta útil para proteger el medio ambiente y luchar contra el cambio climático. Así lo demuestran experiencias como la de la ciudad de Milán -que redujo las emisiones de gases de efecto invernadero en la compra de alimentos escolares en un 43% entre 2015 y 2021, invirtiendo en comidas a base de vegetales, productos de temporada y ecológicos, cadenas de valor alimentarias más cortas y vajilla y cubertería 100% sostenibles-, o la de la ciudad de Gante en Bélgica -que disminuyó en un 38% las emisiones de CO₂ entre 2019 y 2023, principalmente a través de la limitación de proteínas de origen animal al 50%- [17].

La Garantía Infantil Europea como punto de partida para la mejora de la política de comedores escolares

La Garantía Infantil Europea (GIE)[18], una Recomendación del Consejo de la UE, cuyo objetivo es garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes en riesgo de pobreza o exclusión social tengan acceso a seis derechos básicos: educación y cuidado infantil, educación y actividades extraescolares, asistencia sanitaria, vivienda adecuada, alimentación saludable y al menos una comida saludable por día lectivo, supone una oportunidad muy importante para avanzar en la mejora de la política de comedores escolares en nuestro país.

De acuerdo con lo que establece la GIE, la prioridad debe ser asegurar el acceso efectivo y gratuito a al menos una comida saludable cada día escolar a todos los niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión social, asegurando que se provea de un servicio de calidad y con el objetivo de que se vaya ampliando progresivamente la cobertura a un mayor número de niños y niñas, a la vez que se extiende el servicio a todos los niveles educativos y a los períodos no lectivos.

La GIE está en plena consonancia con el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y con el compromiso de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente aquellos relacionados con la erradicación de la pobreza, la reducción de las desigualdades y garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad. En este sentido, en una revisión reciente de los indicadores para el seguimiento del cumplimiento del ODS 4 sobre educación se ha incluido el acceso a comedores escolares como un indicador de calidad educativa.

Garantizar el acceso a comedores escolares gratuitos y de calidad supone, por lo tanto, una oportunidad para reducir la pobreza infantil y la inseguridad alimentaria, mejorar la nutrición y la salud de la infancia y la adolescencia, contribuir a conseguir mejores resultados educativos y luchar contra el cambio climático. Pocas políticas pueden ofrecer tantos resultados con una inversión comparativamente tan baja: su tasa de retorno se ha estimado en cuatro veces su coste, pero, si tenemos en cuenta a los niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión social, la relación coste beneficio incrementa a hasta siete veces[19].

Para lograrlo, tenemos que fortalecer el compromiso de los distintos niveles de la administración pública y desarrollar estrategias más efectivas para asegurar que los comedores escolares puedan contribuir a construir un futuro donde cada niño y niña, independientemente de la situación socioeconómica de su hogar, pueda beneficiarse de los efectos positivos que un comedor escolar puede ofrecer.

España ha dado pasos importantes en esta última legislatura siendo pionera en la implementación de la GIE y adhiriéndose a la Coalición mundial para la Alimentación Escolar[20]. Además, más recientemente, se ha promulgado la Declaración de San Sebastián sobre comedores escolares[21] impulsada por el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil en el marco de la Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea. Una propuesta de hoja de ruta que pretende generar consenso y coordinar las actuaciones entre los distintos Estados miembro para garantizar de forma efectiva una alimentación saludable a toda la infancia en la Unión Europea.

Estos esfuerzos se alimentan de una convicción: el impulso hacia unos comedores escolares de calidad nos ofrece una oportunidad única para avanzar en la protección de los derechos fundamentales de la infancia y la adolescencia de nuestro país como son la salud, la alimentación y la educación y para conseguir una sociedad más justa, más equitativa y más sostenible.

 


[1] Lundborg, P., et al. (2022) Long-term effects of childhood nutrition: evidence from a school lunch reform. https://doi.org/10.1093/restud/rdab028

[2] Pac, J., et al. (2017) Young child poverty in the United States: analyzing trends in poverty and the role of anti-poverty programs using the Supplemental Poverty Measure. https://doi.org/10.1016/j.childyouth.2017.01.022

[3] Guio, A-C. (2023) Free school meals for all poor children in Europe: an important and affordable target? https://doi.org/10.1111/chso.12700

[4] Raulio, S., et al. (2010) School and workplace meals promote healthy food habits. https://doi.org/10.1017/S1368980010001199 

[5] Hoppu, U., et al. (2010) Dietary habits and nutrient intake of Finnish adolescents. https://doi.org/10.1017/S1368980010001175 

[6] O'Connell, R., y Brannen, J. (2021) Families and food in hard times. European comparative research.  https://www.uclpress.co.uk/products/126956

[7] Van Cauwenberghe, E., et al. (2010) Effectiveness of school-based interventions in Europe to promote healthy nutrition in children and adolescents: systematic review of published and ‘grey’ literature. https://doi.org/10.1017/S0007114509993370   

[8] Kristjansson, E. A., et al. (2007) School feeding for improving the physical and psychosocial health of disadvantaged elementary school children. https://doi.org/10.1002/14651858.CD004676.pub2

[9] Alto comisionado contra la Pobreza Infantil (2022) Plan estratégico nacional para la reducción de la obesidad infantil (2022- 2030). https://www.comisionadopobrezainfantil.gob.es/es/plan-estrategico-nacional-para-la-reduccion-de-la-obesidad-infantil

[10] Golley, R., et al. (2010) School lunch and learning behaviour in primary schools: an intervention study. https://doi.org/10.1038/ejcn.2010.150

[11] Cohen, J.F.W., et al. (2016) The effect of healthy dietary consumption on executive cognitive functioning in children and adolescents: a systematic review. https://doi.org/10.1017/S0007114516002877

[12] Asigbee, F. M., et al. (2018) The link between nutrition and physical activity in increasing academic achievement. https://doi.org/10.1111/josh.12625

[13] Anderson, V., et al. (2008) Executive function and frontal lobes: A lifespan perspective. https://doi.org/10.4324/9780203837863

[14] Cohen, J. F. W., et al. (2016) The effect of healthy dietary consumption on executive cognitive functioning in children and adolescents: a systematic review. https://doi.org/10.1017/S0007114516002877

[15] Guio, A-C. (2023) Free school meals for all poor children in Europe: An important and affordable target? https://doi.org/10.1111/chso.12700

[16] Anderson, M. L., et al. (2018) School meal quality and academic performance.

 https://doi.org/10.1016/j.jpubeco.2018.09.013

[17] Declaración de la delegación de School Food for Change (SF4C) en el Foro Mundial de la Alimentación 2023. https://schoolfood4change.eu/blog/2023/10/12/world-food-forum-2023/

[18] Recomendación (UE) 2021/1004 del Consejo de 14 de junio de 2021 por la que se establece una Garantía Infantil Europea. https://www.boe.es/doue/2021/223/L00014-00023.pdf

[19] Lundborg, P., et al. (2022) Long-Term Effects of Childhood Nutrition: Evidence from a School Lunch Reform. https://doi.org/10.1093/restud/rdab028

[20] School Meals Coalition. https://schoolmealscoalition.org/

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