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Hacia una formación bibliotecaria integral con respaldo social y político: clave para la transformación educativa

Kira Mahamud Angulo

Profesora Titular en el Departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED. Imparte docencia en los Grados en Educación Infantil y Educación Social y coordina el Máster en Memoria y Crítica de la Educación, impartido por la UNED y la Universidad de Alcalá. Ha impartido docencia en la Universidad de Macerata (Italia), University College of Southeast Norway (Noruega) y Bologna (Italia). Ha dirigido un proyecto de investigación de I+D+i con fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación/Agencia Estatal de Investigación en la convocatoria 2020. Sus líneas de investigación son la Historia de la Educación, Política Educativa, Cultura escolar, Cuestiones metodológicas de la investigación manualística y bibliotecas escolares. https://orcid.org/0000-0003-4474-9884

 

Introducción

“Es evidente que los bibliotecarios escolares tienen que recibir una formación especial. Tienen que ser personal docente, participar en los Claustros y tener actitudes pedagógicas, además de capacitación técnica”. José Antonio Marina Torres (2003, p. 30) pronunciaba estas palabras en la conferencia inaugural que llevó por título: “La Importancia educativa de las Bibliotecas Escolares”, del Seminario “Bibliotecas Escolares y Calidad de la Educación” celebrado los días 12-15 de noviembre de 2002 en Madrid, organizado por la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE).

En efecto, la formación bibliotecaria emerge desde hace tiempo y se hace cada vez más urgente y necesaria como uno de los ámbitos formativos esenciales del docente (CTBE, 2011, p. 45) en todos los niveles y modalidades educativas, incluyendo la etapa de Educación Infantil.  Esta formación debería estar incluida en los planes de estudio de la formación inicial, y no solo en la formación permanente de los docentes. Constituyendo la biblioteca escolar un espacio educador e instructivo de enorme potencial, complementario al aula, el magisterio y el profesorado enriquecen su acción docente con el conocimiento de la biblioteca y su uso en la enseñanza de sus disciplinas escolares y de conocimientos transversales, además de competenciales, actitudinales, emocionales y psicológicos. Pero esta formación no puede reducirse a los aspectos técnicos, bibliométricos o administrativos de gestión bibliotecaria, ni circunscribirse al área de Lengua y Literatura (CTBE, 2011, p. 37). La biblioteca escolar debe conocerse en sus múltiples planos: desde la historia de la biblioteca escolar, la evolución de su conceptualización y funciones, hasta los retos que experimenta en el presente dentro de los centros educativos, en un contexto de sobreabundancia e inmediatez informacional. El conocimiento profundo y la reflexión sobre la biblioteca escolar como espacio potenciador de los procesos de enseñanza y aprendizaje, como compensador de desigualdades, como centro de recursos, como plataforma de comunicación y conexión con el contexto exterior y la comunidad educativa, como laboratorio de experiencias de aprendizaje, como lugar de encuentro, de sosiego, de calma, de pensamiento, de creatividad (Mahamud et al 2025), permite al docente encontrar un apoyo único, y descubrir el valor añadido que supone una biblioteca activa, viva, dinamizada, integrada en el centro educativo de forma curricular y sistémica, y abierta al entorno social. 

Formación en biblioteca escolar desde finales del siglo XX

Ha existido y existe formación en biblioteca escolar. A finales del siglo XX, entre 1994 y 1996 se lanzó el Programa de Bibliotecas Escolares de la Dirección General de Renovación Pedagógica[1], “con el fin de promover actuaciones que aseguren las condiciones precisas para que las bibliotecas escolares atiendan satisfactoriamente a las necesidades del alumnado y del profesorado, favoreciendo su plena integración en los procesos pedagógicos de los centros” (CDC, 1996, p. 5). Una de las acciones del Programa fue el Programa Piloto para la experimentación de una red de apoyo a las bibliotecas implantado en cinco provincias del territorio gestionado por el Ministerio de Educación y Ciencia (Guadalajara, Madrid, Valladolid, Zamora y Zaragoza), que incluyó un plan de formación. Dado que estuvieron implicados centros escolares, institutos, centros de profesores y bibliotecas públicas, las acciones formativas fueron diversas y dirigidas a los distintos colectivos: “unas, de carácter general y de menor duración, para todo el claustro de profesores de los centros participantes -tanto CPRs como colegios e institutos- y otras, de carácter más profesional y de mayor duración, para el personal de las bibliotecas públicas, los asesores responsables del programa en cada uno de los CPRs y los profesores encargados de las bibliotecas escolares” (Camacho, 2004, p. 31). Inmediatamente después, en el curso 1997-1998, en el marco de los proyectos “Atenea” y “Mercurio” integrados, la convocatoria de concurso de 300 centros públicos de Educación Primaria, Educación Secundaria y de Educación de Personas Adultas, incluía las bibliotecas escolares en una de las modalidades: para “utilizar, con finalidad educativa, las tecnologías informáticas para el acceso a la información digital a través de Internet y para la promoción e impulso de la biblioteca escolar del centro” (Orden 1997, p. 7320). De esta convocatoria surgió el curso a distancia diseñado y publicado por el Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (PNTIC), en formato CD-ROM, con la colaboraron del Ministerio y de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Los contenidos del curso tenían formato interactivo, contaron con documentos multimedia (texto, sonido e imagen) y se estructuraron en cuatro módulos: biblioteconomía, dinamización de la biblioteca escolar y animación a la lectura, panorama de la literatura infantil y juvenil en España y elaboración de un proyecto de biblioteca escolar (Camacho 2004, p. 33, Illescas 2003, p. 88). La formación estaba diseñada ad hoc para el programa de bibliotecas escolares que se implementaba.[2] A juicio de Castán (2003, p. 57), se trató de planes “periféricos” que no tuvieron impacto en los centros escolares.

En el momento presente, el único máster universitario oficial que existe en España en materia de biblioteca escolar es el Máster Universitario en Biblioteca Escolar y Promoción de la Lectura, impartido en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, y organizado por esta Universidad y la Universidad de Barcelona. Cuenta con el reconocimiento del Departament d’Educació para el perfil docente especializado en "Lectura y biblioteca escolar". Es decir, tiene un fuerte componente de vinculación con la lectura. El curso 2024-2025 es la decimosexta edición, indicando por tanto un largo recorrido que evidencia su buena acogida.[3]

Otros másteres en esta línea son el Máster en Promoción de la Lectura y Biblioteca Escolar ofrecido por la Red Educa[4], y el Máster Europeo en Gestión de Bibliotecas Educativas del Instituto Europeo de Educación[5], con los objetivos de aprender “los procesos de dirección, organización y gestión de estos espacios pedagógicos”. En el curso 2020-2021,[6] la UNED lanzó un Programa modular en Dinamización de bibliotecas escolares dentro de sus títulos propios de Postgrado y desarrollo profesional, que permitió formar en evaluación, diagnóstico, dinamización e integración de la biblioteca escolar en los centros educativos.

Las Comunidades Autónomas también se movilizan con acciones formativas (seminarios, jornadas, cursos) en biblioteca escolar, como es el caso de la formación “Bibliotecas en ruta” de la Red de Formación del Profesorado del Gobierno de Aragón en el curso 2022-23[7] y del Plan de Formación para las personas responsables y los equipos de apoyo de las bibliotecas escolares para el presente curso 2024-2025, de la Consejería de Desarrollo Educación y Formación Profesional, de la Junta de Andalucía.[8]

La formación en biblioteca escolar incluida en los planes de estudios de los Grados en Educación Infantil y Primaria se encuentra presente en asignaturas optativas.[9] Pero no ocurre lo mismo en los planes de estudio de los Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria.[10] El escenario formativo ha sido siempre y es ahora, por tanto, escaso, disperso, divergente, desigual, insuficiente y carente de continuidad. Se necesita una oferta formativa al menos optativa, sólida, continua y completa en todos los planes de estudio de Grado y Máster, con independencia de los itinerarios y áreas disciplinares, que incluya además la posibilidad de realizar periodos de prácticas curriculares en bibliotecas escolares.

Hacia una formación bibliotecaria alineada con el modelo bibliotecario (y escolar) que se anhela

Viñao (2003, p. 133) señala que la organización de los centros docentes y los procesos de enseñanza y aprendizaje constituyen el núcleo duro de la cultura escolar. En este sentido, la formación docente en biblioteca escolar necesita incorporar ambas dimensiones: la organizativa, orientada a la gestión institucional, y la pedagógico-didáctica, centrada en la práctica educativa, sin descuidar los conocimientos específicos en administración y gestión bibliotecaria. El doble perfil del responsable del servicio de biblioteca (Orden 1994) exige una formación combinada que amplíe la concepción de la biblioteca escolar y la sitúe adecuadamente dentro del ecosistema (estructura y dinámica) del centro, a la vez que dignifica su rol. La dimensión organizativa permite una actuación coordinada dentro del centro educativo, favoreciendo la gestión de horarios, el uso del espacio bibliotecario físico, su expansión o extensión a otros espacios del centro y su apertura al entorno y a la comunidad escolar. Asimismo, posibilita la apertura de la biblioteca al entorno, convirtiéndola en un agente dinamizador cultural que fomente la participación de las familias y otros actores sociales. Por su parte, la dimensión pedagógico-didáctica permite la implementación de estrategias colaborativas con el conjunto del magisterio y profesorado, independientemente de las disciplinas que imparten. De este modo, la biblioteca escolar se configura como eje central alrededor del cual se pueden mover los grupos y clases, y un espacio de referencia formativa interdisciplinar y transversal, extensión de las aulas, capaz de articular iniciativas educativas innovadoras que potencien la función formativa del centro en su conjunto. 

La doble dimensión organización-práctica docente constituye un eje fundamental para abordar las particularidades formativas del responsable bibliotecario en cada etapa educativa. En Educación Infantil, la prioridad recae en el acercamiento al espacio bibliotecario, los libros, la lectura y la literatura, así como en la tarea de hacer comprender la biblioteca y su lógica interna espacial y organizativa. El hábito bibliotecario se construye en esta etapa, derivando en el comienzo de una educación bibliotecaria. El responsable bibliotecario de Educación Primaria aprende a ampliar la experiencia bibliotecaria al alumnado a través de la exploración y la búsqueda de información, el desarrollo de la alfabetización mediática y la interiorización del hábito lector. El profesor de Educación Secundaria se forma para consolidar la educación bibliotecaria, asegurarse de que no desaparece, darle continuidad y hacerla más compleja, más exquisita, pasando a procesos de autonomía bibliotecaria e investigación documental, y a integrar la biblioteca en el habitus escolar como práctica intrínseca al proceso de estudio y aprendizaje.

No obstante, en todas las etapas la perspectiva interdisciplinar es esencial, ya que permite integrar la biblioteca escolar en el conjunto de la práctica educativa y en todos los saberes. En Educación Secundaria, el manejo de la metodología de aprendizaje-servicio se vuelve especialmente relevante, al fomentar la aplicación del conocimiento en contextos reales y fortalecer la conexión entre el entorno educativo y la comunidad, a través de la biblioteca.

Necesidad de una concienciación social y cultura bibliotecaria de la comunidad escolar

Existe una tensión inherente entre la formación bibliotecaria de los docentes, algunos modelos de biblioteca escolar vigentes y la concepción ideal de una biblioteca. Se percibe un ajuste paradójico en el sentido de que conlleva simultáneamente un desajuste o incongruencia. Por un lado, la capacitación específica orientada a aspectos organizativos, de gestión, bibliométricos y de fomento de la lectura permite únicamente la operatividad técnica de la biblioteca, reduciéndola a un espacio destinado a la lectura y consulta. No es solo el modelo de biblioteca simple[11] el que conduce a una formación técnica, sino que es el tipo de formación la que retroalimenta el modelo, sin posibilidad de crecer para convertirse en algo más. Si bien esta formación es fundamental, resulta insuficiente para potenciar el desarrollo integral de la biblioteca, relegándola a un lugar periférico dentro del ecosistema educativo. Para trascender esta limitación, es imprescindible una formación más completa que fomente la reflexión, la reconceptualización de la biblioteca desde la perspectiva de la innovación educativa y su integración en la comunidad y el entorno. Sin embargo, la transferencia de este conocimiento bibliotecario a la biblioteca escolar exige, por otro lado, un modelo de biblioteca que permita recibirlo, integrarlo y materializarlo en acciones y en un modo de ser de la biblioteca, y requiere también la colaboración y el respaldo de los diferentes agentes educativos: equipo directivo, profesorado, alumnado, familias y comunidad. La labor del responsable bibliotecario formado no puede desarrollarse de manera efectiva en solitario; precisa un compromiso colectivo que posibilite la realidad de una biblioteca escolar dinámica y funcional.

La clave radica en la existencia de una concienciación y educación bibliotecaria mínima y accesible para toda la comunidad educativa, así como en la incorporación de la formación bibliotecaria en los planes de estudio del magisterio y del profesorado, como parte inherente a su formación como docentes. Es imperativo que los equipos directivos, docentes, estudiantes y familias comprendan el papel fundamental de la biblioteca escolar y las funciones que cada institución le asigna. Solo a través de esta comprensión compartida, la formación básica del profesorado y la especialización de quienes asumen la gestión bibliotecaria pueden traducirse en prácticas efectivas y sostenibles, fortaleciendo el impacto de la biblioteca escolar como espacio de aprendizaje, innovación y cohesión comunitaria.

Se necesita una concienciación social de la relevancia de la biblioteca escolar y una cultura bibliotecaria[12] compartida que propicie la integración natural de la biblioteca en la dinámica escolar, tanto para el cuerpo docente como para el alumnado. Solo en este contexto, la formación del responsable bibliotecario adquiere verdadero sentido, permitiendo su aplicación efectiva y la generación de resultados.

Esta conciencia vendría del respaldo contundente a la figura del responsable bibliotecario escolar por parte de la Administración Educativa -impulsando y reforzando la formación necesaria desde los Grados y el Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria-; necesaria para cumplir con las funciones asignadas a la coordinación de la biblioteca y necesaria para alcanzar el modelo de biblioteca al que se aspira. Y potenciada por una organización escolar que otorgara mayor protagonismo a las funciones de coordinación del servicio de biblioteca.[13] Se fomentaría así la construcción de una identidad profesional como figura influyente, cuya autoridad reside en sus conocimientos singulares y especializados, que evidencian el valor añadido de la biblioteca escolar al proyecto educativo de cualquier centro.  

 

Referencias bibliográficas

Camacho Espinosa, J.A. (2004). La biblioteca escolar en España: pasado, presente... y un modelo para el futuro. Ediciones de la Torre.

Castán Lanaspa, G. (2003). Concepciones curriculares y bibliotecas escolares. Reflexiones para la elaboración de un modelo. Seminario “Bibliotecas Escolares y Calidad de la Educación” celebrado los días 12-15 de noviembre de 2002 en Madrid, ANELE.

Centro de Desarrollo Curricular (CDC). Departamento de Publicaciones (coordinador) (1996). El Programa de Bibliotecas Escolares. Educar en una Sociedad de Información. Cuadernos, 1. MEC.

Comisión Técnica de Bibliotecas Escolares (CTBE) (2011). Marco de referencia para las bibliotecas escolares, MEC.

García Moreno, M. y González Díaz de Garayo, C. (1999). Las Bibliotecas Públicas y Bibliotecas Escolares. Una colaboración necesaria. Educación y biblioteca 101, pp. 20-23.

Illescas Núñez, Mª J. (2003). Recursos electrónicos para las bibliotecas escolares, en Seminario Bibliotecas Escolares y Calidad de la Educación, Ponencias e Intervenciones. ANELE.

Mahamud Angulo, K., Badanelli Rubio, A., Díaz Rey, F. C. y Trivez Rino, J.L. (2025). Cruce de Miradas sobre la Biblioteca Escolar. Morata.

Marina Torres, J.A. (2003). “La Importancia educativa de las Bibliotecas Escolares”, conferencia inaugural del Seminario “Bibliotecas Escolares y Calidad de la Educación” celebrado los días 12-15 de noviembre de 2002 en Madrid, ANELE.

Orden de 29 de junio de 1994 por la que se aprueban las instrucciones que regulan la organización y funcionamiento de las escuelas de educación infantil y de los colegios de educación primaria. «BOE» núm. 160, de 06 de julio de 1994.

Orden de 15 de febrero de 1997 por la que se convoca concurso para la elección de centros públicos de enseñanzas anteriores a la Universidad que deseen desarrollar proyectos educativos que integren los medios tecnológicos en dichas enseñanzas en el marco de los proyectos “Atenea” y “Mercurio”, «BOE» núm. 55, miércoles 5 marzo 1997.

Ortego de Lorenzo-Caceres, Mª P. y Bonal Zazo, J.L. (1996). Docentes bibliotecarios: entre la necesidad y la obligación legal la figura de los profesores bibliotecarios en la legislación española. educación y biblioteca 73, pp. 44-46.

Viñao, A. (2003). ¿Está preparado el profesorado para trabajar en las bibliotecas?: un modelo de formación docente, Seminario “Bibliotecas Escolares y Calidad de la Educación” celebrado los días 12-15 de noviembre de 2002 en Madrid, ANELE.

(1991). Curso de postgrado en biblioteca escolar. Educación y biblioteca, Año 3, n. 15, p. 26-28.

 

[1] Dentro de un Acuerdo Marco de Colaboración entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación y Ciencia para los Centros Educativos, de 16 de mayo de 1995.

[2] García y González (1999, p. 22) describen la formación con “tutoría a distancia, a través del correo electrónico, por parte de profesores bibliotecarios y técnicos de las Bibliotecas Públicas”, porque “Los objetivos del curso eran proporcionar a los profesores una formación básica en Biblioteconomía y técnicas documentales y concienciarles sobre el papel de la biblioteca en la formación de los alumnos, implicando en ello a varios profesores para trabajar en equipo. Fueron tutores electrónicos de dicho curso varios bibliotecarios y profesores de Castilla y León”.

[3] La formación en biblioteca escolar en Cataluña comienza a finales de los años 80 y la formación de posgrado a comienzos de la década de los 90. Ver Curso de postgrado en biblioteca escolar.

[4] Institución educativa de formación online. Título expedido por EUROINNOVA INTERNATIONAL ONLINE EDUCATION, miembro de la AEEN (Asociación Española de Escuelas de Negocios)

[5]  Una de las instituciones educativas del Grupo Inenka Formación.

[6] Programa impartido hasta el curso 2023-2024. La estructura modular permitió articular el Programa en tres módulos con titulaciones independientes. Un primer módulo y curso de Formación del Profesorado en Evaluación y diagnóstico de bibliotecas escolares, un segundo módulo, que, junto con el primer, constituía el curso de Experto Universitario en Actualización y renovación de bibliotecas escolares, y un tercer módulo, que, junto con los dos primeros, constituía el curso de Especialista Universitario en dinamización y consultoría de bibliotecas escolares.

[9] Algunos ejemplos dentro del Grado en Educación Infantil son los siguientes:  la Universidad de Almería ofrece Fomento de la Lectura. Dinamización de Bibliotecas Escolares en la Educación Infantil, la Universidad de Lleida incluye Bibliotecas escolares y la UNED, Bibliotecas escolares; entornos de estudio y aprendizaje. La Universidad de Oviedo incluye Biblioteca Escolar: Centro de Recursos y Proyectos Interdisciplinares, como optativa común a los Grado en Maestro en Educación Infantil y en Educación Primaria, planteando “el papel de la biblioteca escolar como centro de recursos para la enseñanza, el aprendizaje y para desarrollar proyectos documentales interdisciplinares, desde su integración en el currículo”. En el Grado en Educación Primaria, la Universidad de Málaga ofrece la optativa Biblioteca Escolar y Animación a la Lectura.

[10] Se encuentra, no obstante, en la realización de Trabajos Fin de Máster sobre la biblioteca escolar en diversos Másteres y en los planes de formación de otros másteres como el Máster Universitario en Innovación en Didáctica de la Lengua y la Literatura, de la Universidad de Jaen, con la asignatura troncal Dinamización y puesta en marcha de bibliotecas escolares, dentro de la especialidad 2. Literatura infantil y juvenil, formación de lectores y bibliotecas escolares.

[11] Modelo que podría coincidir con los modelos bibliocéntrico o psicocéntrico de Castán 2003, pp. 60-61.

[12] Término acuñado por Soraya Calonge en su tesis doctoral en curso: Las bibliotecas escolares y la metodología del Aprendizaje y Servicio. El camino hacia una nueva cultura escolar y transformación del centro educativo, dentro del Programa de Doctorado en Educación, de la Facultad de Educación de la UNED. Directora: Kira Mahamud Angulo, que hace referencia a: los conocimientos, actitudes, prácticas, hábitos de uso de la biblioteca y reconocimiento del valor añadido que supone en los procesos de enseñanza-aprendizaje, de acceso a la información, de uso crítico de las fuentes informativas y de procesos de investigación.

[13] Mª del Pilar Ortego de Lorenzo-Caceres y José Luis Bonal Zazo ya indicaban en 1996 que, ante la falta de formación del docente responsable de la biblioteca para poder cumplir con las funciones que se le asignaban, “la ley plantea una incoherencia de base al legislar sobre lo deseable y no sobre lo necesario para hacerlo posible”, p. 46.

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