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La biblioteca escolar en los centros de Educación Infantil y Primaria. Hacia la formación del hábito bibliotecario

Cecilia Valbuena Canet

Profesora ayudante doctora en el Departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED y miembro del Centro de Investigación MANES. Imparte docencia en los grados en Educación Social y Educación Infantil. En este último coordina la asignatura Bibliotecas escolares: Entornos de Estudio y Aprendizaje. Sus líneas de investigación se centran en la Historia de la Educación, los manuales escolares y su iconografía, las bibliotecas escolares, y la Historia contemporánea de la cultura escolar. https://orcid.org/0000-0002-9434-5557

 

Introducción

La importancia de la biblioteca escolar en los centros educativos que imparten enseñanzas en los niveles de Educación Infantil y Educación Primaria es indiscutible por su por su importante labor en lo que respecta a la compensación de desigualdades y por tratarse del espacio primordial desde el que pueden potenciarse tanto el gusto y la afición por la lectura como la primera formación de las habilidades investigadoras y del pensamiento crítico.

La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) ya establecía en su artículo 113 que «los centros de enseñanza dispondrán de una biblioteca escolar». Igualmente, señalaba el deber de las Administraciones educativas de elaborar un plan para completar «la dotación de las bibliotecas de los centros públicos de forma progresiva» antes de que finalizara el periodo de implantación de la ley. Este artículo se mantiene en la actual ley en vigor, la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE). Sin embargo, la biblioteca escolar sigue sin estar plenamente instaurada en todos los centros escolares de Educación Infantil y Primaria (CEIP), y las que existen no están igualmente dotadas.

En Educación Infantil es más común encontrar bibliotecas de aula, donde el alumnado más pequeño tiene un contacto más directo y frecuente con los libros. En Educación Primaria podemos encontrar presentes los dos modelos, biblioteca escolar y biblioteca de aula, o aulas con rincón de lectura. Ambos modelos tienen pros y contras, ya que si bien es cierto que la biblioteca de aula ofrece la ventaja de disponer de materiales de lectura adecuados para un determinado nivel educativo y puede atender a las necesidades informativas más inmediatas, no debemos olvidar que este modelo de biblioteca no ofrece algunas de las oportunidades formativas que sí están presentes en una biblioteca escolar, como es la de crear y educar un hábito bibliotecario que es importante que comience en edades tempranas.

Precisamente, ese hábito bibliotecario que comienza en la Educación Infantil va a ser el que permita que la utilización de la biblioteca escolar, ya sea desde el ámbito del fomento de la lectura o desde el de la perspectiva informacional e investigadora, redunde en una mejor y más completa experiencia de aprendizaje del alumnado en Educación Primaria, extendiéndose sus beneficios al alumnado que comienza la Educación Secundaria.

La biblioteca escolar como espacio para el fomento de la lectura

Cuando hablamos del fomento de la lectura, inmediatamente comenzamos a discurrir acerca de su importancia para desarrollar las competencias en comprensión lectora en el alumnado de Educación Primaria, de modo que no iremos desencaminados al pensar que el papel que puede jugar la biblioteca escolar es incuestionable. El estudio realizado en la Universidad de Salamanca y publicado por Albelda-Esteban (2019), corrobora esta intuición al poner de manifiesto que «la biblioteca escolar influye positivamente en las cuatro dimensiones de la competencia lectora» (p. 11), a saber: «comprensión de textos literarios, comprensión de textos informativos, competencia en obtención de información y en su tratamiento e interpretación». Además, este mismo estudio señala que «el acceso integrado a los distintos recursos y actividades bibliotecarios potencia el aprendizaje autónomo, el desarrollo del hábito lector y la socialización de la lectura» (p. 12), siendo el efecto aún mayor cuando, además de reforzarse en el alumnado la autonomía en el uso de la biblioteca, éste disfruta acudiendo a ella. Es precisamente aquí donde queremos centrar nuestra atención y acudir a los documentos de referencia en bibliotecas escolares para reflexionar sobre cómo la biblioteca de un centro educativo puede llevar a cabo esa doble misión de educar y encantar.

El Manifiesto de la biblioteca escolar, publicado en 1999 por la International Federation of Library Association and Institutions (IFLA) enmarcada en la UNESCO, ya pone de manifiesto esa doble vertiente de la biblioteca escolar al señalar, entre sus funciones, que debe «ofrecer oportunidades para adquirir conocimientos, comprender, desarrollar la imaginación y entretenerse», a la vez que ha de «crear y fomentar en los niños el hábito y el gusto de leer, de aprender y de utilizar las bibliotecas a lo largo de toda su vida».

También el Marco de referencia para las bibliotecas escolares, publicado por el Ministerio de Educación en 2011 se refiere a la biblioteca escolar en ambas modalidades de espacio de aprendizaje para la construcción del conocimiento y de generación «de experiencias gratas, de encuentro y convivencia con los libros y con los recursos culturales en general» (p. 12).

Nuestra opinión es que, para que exista lo primero, debe darse lo segundo; es decir, si queremos hacer de la biblioteca un espacio escolar específico desde el que fomentar la lectura para hacer lectores competentes, previamente debemos trabajar para que la biblioteca escolar sea un espacio de gozo, de deleite, que contribuya al desarrollo de un mundo propio de ideas, gustos, sensaciones, etc., de manera que el alumnado encuentre en ella un lugar apetecible, donde pueda explorar sus inquietudes, plantearse preguntas y buscar respuestas.

Como podrá deducirse, el papel que puede jugar la biblioteca en la Educación Infantil es relevante, sobre todo si tenemos en cuenta que en esta etapa la curiosidad está siempre presente y es además una edad especialmente indicada para la creación de hábitos. Por otra parte, según señala el Real Decreto que establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Infantil, «la etapa de Educación Infantil supone el inicio del proceso de adquisición de las competencias clave para el aprendizaje permanente que aparecen recogidas en la Recomendación del Consejo de la Unión Europea de 22 de mayo de 2018». Entre las ocho competencias que se incluyen, existen tres en cuyo desarrollo la biblioteca escolar puede desempeñar un rol esencial: la competencia en comunicación lingüística, la competencia digital y la competencia personal, social y de aprender a aprender. Es por ello por lo que la creación del hábito bibliotecario puede y debe comenzar en esta etapa.

Ya en la Educación Primaria, la biblioteca escolar es el lugar donde se puede dar rienda suelta a las expectativas del alumnado, de manera que cada niño o niña que acuda a la biblioteca pueda tener acceso a aquel material de lectura que tenga sentido para él o para ella, y desde ahí es donde se puede fomentar la lectura y trabajar en el desarrollo de la competencia lectora. Esto nos lleva a señalar la importancia de que a la hora de diseñar o renovar los fondos de la biblioteca escolar se piense en la creación de una colección multicultural, inclusiva y diversa, que contemple todas las preferencias lectoras y en la que todo el alumnado se sienta representado.

La biblioteca escolar como espacio para la exploración y la investigación

Por otra parte, es importante no perder de vista que la biblioteca escolar ofrece una mirada integral al proceso formativo de los alumnos y alumnas que asisten a la escuela, no sólo por el hecho de constituir el núcleo sobre el que construir los distintos aprendizajes, sino también «por la posibilidad de convertirse en un lugar en el que todas las disciplinas se relacionan» (Mekis y Anwandter, 2019, p. 18). Esta confluencia de saberes en un mismo espacio es una grandísima oportunidad para trabajar la transversalidad de los contenidos curriculares en la escuela y para educar al alumnado desde edades muy tempranas en ese pensamiento global, integrador, de lo que en el aula aprenden por separado.

Desde esta perspectiva, la biblioteca escolar se convierte en una extensión del aula donde el alumnado puede acudir a trabajar con la clase en su conjunto o individualmente a obtener respuestas a sus propias preguntas mediante la exploración y la investigación. Es la versión primaria de la “alfabetización informacional” (ALFIN), que luego tendrá un mayor desarrollo y perfeccionamiento en la Educación Secundaria y el Bachillerato. En su versión primaria, la ALFIN puede ser trabajada de múltiples modos como el aprendizaje basado en proyectos, los proyectos documentales integrados o el aprendizaje basado en problemas, entre otros. Sin entrar aquí a desarrollar cada una de estas metodologías investigadoras, sí creemos importante señalar que todas ellas «encuentran en la biblioteca escolar una importante aliada» (Carballo, 2023, p. 156), ya que la biblioteca escolar constituye un espacio privilegiado en el que desarrollar cada una de las fases o actividades que conforman la tarea investigadora: formularse preguntas, buscar la información, analizarla y organizarla, y finalmente comunicarla.

Ahora bien, la concepción de la biblioteca escolar como centro de recursos para la enseñanza y el aprendizaje exige su integración en la vida pedagógica del centro, comenzando por la implicación del equipo directivo. Una vez que éste comprenda el rol que puede desempeñar la biblioteca en el aprendizaje y cómo puede servir como punto de encuentro para las diversas asignaturas, su utilización se potenciará enormemente (Mekis y Anwandter, 2019, p. 46).

¿Cómo atender a las necesidades de la biblioteca escolar?

El Manifiesto de la biblioteca escolar ya señalaba en 1999 que «se ha demostrado que cuando los bibliotecarios y los docentes trabajan en colaboración, los estudiantes mejoran la lectura y la escritura, el aprendizaje, la resolución de problemas, y trabajan mejor con las tecnologías de la información y de la comunicación» (UNESCO/IFLA). En 2011, el Marco de referencia para las bibliotecas escolares volvía a incidir en que la biblioteca escolar requiere el compromiso de toda la comunidad educativa y en especial de todo el claustro, indicando que en la mayor parte de las Comunidades Autónomas es el profesorado el que se encarga de ella.

Por lo tanto, parece claro que el responsable de la biblioteca escolar debe ser el profesorado. Ahora bien, ¿Cómo se lleva a cabo este supuesto? ¿Se trata de introducir un docente cuya única misión sea trabajar en la biblioteca? Sobre este asunto, el Marco de referencia (2011) sólo señala que para garantizar su «efectividad» sería necesario que, «al igual que en otros sistemas educativos», el profesor responsable de la biblioteca y su equipo interdisciplinar contaran con «la dedicación horaria suficiente y el perfil adecuado» (38).

Lamentablemente, en España existen grandes diferencias entre las Comunidades Autónomas, siendo frecuentes los casos en los que la dedicación horaria que el profesorado tiene disponible para ocuparse de la biblioteca es del todo insuficiente. En muchos casos es un único docente el que se encarga de la biblioteca en las pocas horas en las que no está impartiendo clase, un horario tan reducido que apenas tiene tiempo para encargarse de reubicar en su lugar los ejemplares prestados.

En cualquier caso, por ser una situación desigual en todo el territorio no es posible diseñar una solución uniforme, de modo que vamos a dejar atrás las limitaciones marcadas por la falta de recursos y vamos a centrarnos en el modo en el que la persona encargada de la biblioteca escolar debe desempeñar su función. En este sentido, consideramos importante dejar clara la importancia de que tanto el profesorado como el responsable de la biblioteca actúen como mediadores, apoyando el proceso por el cual los alumnos y alumnas adquieren el gusto por la lectura y descubren sus propios intereses. No se trata —porque de nada sirve— de transmitir recetas o enseñanzas para que aprendan lo importante que es tener afición por la lectura, sino de acompañarlos en el proceso y que ellos mismos lleguen a sentirlo como una necesidad.

En la etapa de Educación Primaria es preciso conectar con sus expectativas e intereses y huir, en la medida de lo posible, de la imposición de lecturas obligatorias que puedan redundar en una percepción de la lectura como una tarea más que viene impuesta por el currículum escolar. Si no evitamos esto, podría producirse la triste paradoja de que la biblioteca escolar acabe «siendo un lugar de imposición y sin vínculos relevantes con la comunidad educativa» (Mekis y Anwandter, 2019, p. 34).

Por supuesto, igualmente importante es que el responsable de la biblioteca sea capaz de guiar al alumnado en la búsqueda de información, ayudándole a plantearse preguntas en conexión con sus intereses y orientándole acerca de las fuentes confiables en las que puede encontrar las respuestas. Su papel, junto al del resto del profesorado, en la formación del pensamiento crítico es fundamental y debe comenzar en esta etapa.   

 

Referencias bibliográficas

Albelda-Esteban, Beatriz (2018). Contribución de las bibliotecas escolares a la adquisición de competencias en comprensión lectora en educación primaria en España: una aproximación a partir de los datos del estudio PIRLS 2016. Revista de Educación, 384, (pp. 11-39).

Carballo Rodríguez, Asunción (2023). La biblioteca escolar como motor de la ALFIN/AMI. En Kira Mahamud Angulo, Ana Badanelli Rubio, Francisco César Díaz Rey y José Luis Trivez Rino (coords.). Cruce de miradas sobre la biblioteca escolar (pp. 141-158). Morata.

IFLA (1999). Manifiesto de la biblioteca escolar. https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/115440/EB11_N102_P19-20.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Mekis, Constanza y Anwandter, Christian (2019). Bibliotecas escolares para el siglo XXI. Desarrollo de comunidades de lectura. Narcea.

Ministerio de Educación (2011). Marco de referencia para las bibliotecas escolares, Secretaría General Técnica. https://www.libreria.educacion.gob.es/libro/marco-de-referencia-para-las-bibliotecas-escolares_180680/

Real Decreto 95/2022, de 1 de febrero, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Infantil. BOE. 28, de 02/02/2022.

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