Replantear la cultura bibliotecaria escolar desde el contexto de la Educación Secundaria Beatriz Soraya Calonge Maján Doctoranda en el Programa de Educación, Facultad de Educación de la UNED, con una tesis doctoral en curso titulada "Las bibliotecas escolares y la metodología de Aprendizaje y Servicio. El camino hacia una nueva cultura escolar y transformación del centro educativo", dirigida por la doctora Kira Mahamud Angulo. Imparte docencia como jefa de departamento de Lengua Castellana y Literatura en el centro de Educación Secundaria IES Castilla (Soria). Ha ejercido como responsable de bibliotecas escolares en dicho centro durante seis cursos escolares. Máster en Didáctica de la Lengua y la Literatura (UNIR). Recientemente, ha obtenido el premio otorgado por el Congreso Internacional de Lectura y Escritura 2025 a la mejor comunicación académica con la ponencia "El bibliotecario escolar, clave del cambio mediante Aprendizaje y Servicio." Su línea de investigación es Función y evolución de la Educación: historias, teorías, políticas, modelos y sistemas, centrándose en el desarrollo y la evolución de las bibliotecas escolares en la Educación Secundaria. https://orcid.org/0009-0006-2342-0296 Introducción Desde la perspectiva de la Educación Secundaria, en el plano teórico, la biblioteca escolar se ha considerado como un pilar fundamental en el ámbito educacional. Es un espacio multidisciplinar que tiene como misión impulsar la cultura y la inclusión social mediante la lectura, el aprendizaje continuo y la investigación educativa de todo el alumnado. Sin embargo, la realidad muestra que el uso de la biblioteca escolar que se viene realizando en las etapas previas, no tiene continuidad en la Educación Secundaria, perdiéndose el concepto de uso de la biblioteca, lo que limita la cultura y la educación bibliotecarias. Es por esto por lo que se debe replantear la cultura bibliotecaria en esta etapa educativa previa a la universidad, entendiéndose esta como los conocimientos, actitudes, prácticas, hábitos de uso de la biblioteca y reconocimiento del valor añadido que supone en los procesos de enseñanza-aprendizaje, de acceso a la información, de uso crítico de las fuentes informativas y de procesos de investigación. Desde esta etapa, la educación bibliotecaria debería ser un punto de anclaje importante dentro del contexto educativo, porque consolida un indicativo de calidad educativa. Resulta paradójico que durante la etapa de Educación Secundaria carezcan de seguimiento y de apoyo por parte de la comunidad educativa, olvidadas en muchos casos o focalizadas únicamente en determinadas materias. Por el contrario, la educación bibliotecaria en esta etapa debería tener mayor continuidad y refuerzo, porque así consolida un indicativo de calidad educativa. La biblioteca escolar motiva el fomento lector, y también el incentivo de la igualdad de todos los colectivos que forman parte de la comunidad educativa. Pero para que esto suceda, es necesario cambiar las dinámicas establecidas desde la propia comunidad. El aprendizaje no solo se vincula al contenido curricular desempeñado en las aulas; es determinante erradicar esta idea dentro del profesorado de Secundaria para que abra su visión de transmisión del conocimiento hacia otros espacios, abandonando las aulas y explorando otros espacios formativos, como son las propias bibliotecas escolares. Modificar esta noción de aula como único espacio de enseñanza-aprendizaje académico es fundamental y las bibliotecas escolares deben recuperar, consolidar, reforzar y complejizar la misión que vienen cumpliendo en etapas educativas anteriores, volviendo a ser cercanas al alumnado. Hay que revertir esa situación y plantear una solución de cambio. El mecanismo que promueva esta recuperación de la biblioteca escolar en la Educación Secundaria puede venir desde el alumnado. Dotarle de protagonismo para transformar la visión bibliotecaria es la clave del cambio. Tiene sentido que llegados a la Educación Secundaria se deposite en ellos la confianza de su capacidad de uso de la biblioteca escolar, con el apoyo y el seguimiento del responsable bibliotecario y el profesorado del centro. El alumnado que se acerque a la biblioteca debe conocer lo que se esconde en ella, convirtiéndose en agente activo del proceso de reinserción de la biblioteca en su itinerario formativo. En la escuela actual, las nociones pedagógicas como el aprendizaje memorístico o la clase magistral se han dejado de lado, dando paso al aprendizaje significativo y experiencial defendido por autores como Ausubel o Dewey; así, el alumnado tiene mayor peso participativo en el desarrollo de su propio aprendizaje. En este contexto pedagógico-didáctico resulta coherente incluir la biblioteca escolar como parte de la metodología y al alumnado como protagonista de su uso. Bibliotecas escolares en Educación Secundaria, hacia el hábito investigador Tras establecer la necesidad de recuperar y consolidar el uso de la biblioteca escolar mediante el protagonismo del alumnado-desde la reconstrucción de la cultura bibliotecaria en la etapa preuniversitaria-es esencial reflexionar sobre cómo debería ser su relación con este espacio. La biblioteca escolar debería aspirar a avanzar un paso más hacia otros elementos que la configuran. Si en las primeras etapas educativas la misión de la biblioteca escolar se centra en los comienzos de la propia educación bibliotecaria, el asentamiento de los hábitos de lectura y en la búsqueda de la información, en la etapa de Educación Secundaria, la biblioteca escolar -sin dejar de trabajar en esos mismos objetivos, progresando y consolidando esos hábitos-, debe orientarse hacia la biblioteca escolar como fuente de investigación, desarrollando un nuevo hábito: el investigador, objetivo que les acerca hacia proyectos más ambiciosos cercanos la universidad, a modos de trabajar donde las bibliotecas universitarias serán determinantes, y a modos de gestionar y contrastar la información en el futuro. La adquisición de la denominada Alfabetización Informacional es crucial en esta etapa formativa, no solo desde el punto de vista del aprendizaje curricular, sino también desde la perspectiva social y cultural. Este tipo de competencias en información entran a formar parte del aprendizaje del alumnado durante la etapa de Secundaria y es en el contexto bibliotecario escolar donde comienzan a desarrollarse (Lugo y Centeno Casillas, 2014). Sin ellas, resulta inviable que cuestiones tan necesarias en el mundo actual como el pensamiento crítico, el discernimiento o la concienciación de las desigualdades sean visibles a los ojos de los estudiantes. Bajo esta idea, el uso de la biblioteca escolar pasa a ser una prioridad equiparable al fomento lector, puesto que permite la utilización interdisciplinar, potenciando todas sus capacidades de gestión y dinamización, además de insertarla plenamente en las dinámicas educativas que se lleven a cabo dentro del centro educativo, sin discriminar la materia requerida. (Duque Cardona et al., 2019). Pero para que este proceso tenga lugar, el profesorado y el bibliotecario escolar deben desarrollar la misión de atraer al alumnado hacia la biblioteca escolar. Deben permitirle formar parte de su proceso de gestión y dinamización, y a su vez, inculcar en el alumnado el uso responsable y crítico de la información y la lectura. Esto derivará en un futuro en el asentamiento de un pensamiento crítico y responsable que lo hará consciente de su papel en la sociedad. Y, a su vez, también puede ser un indicativo innovador de la práctica docente, ya que, si no se obtiene la conexión con la biblioteca escolar a través de la educación y la cultura bibliotecarias, el alumnado abandonará progresivamente la lectura y no será capaz de entender las estrategias fundamentales a la hora de encontrar y seleccionar la información pertinente. (Caicedo y Calle, 2019). Limitaciones y barreras para el desarrollo de bibliotecas escolares eficaces en Secundaria Son varios los obstáculos que condicionan el desarrollo y uso efectivo de las bibliotecas escolares en la Educación Secundaria. En estas líneas, expondremos algunos de ellos. En primer lugar, existe un condicionante externo que difumina el rol desempeñado por las bibliotecas escolares en los centros educativos de Secundaria, el universo tecnológico. En un mundo fundamentalmente sustentado en la tecnología, las redes sociales y el abuso de las pantallas, las bibliotecas escolares se ven relegadas a un segundo plano, en el que apenas hay un uso activo. En segundo lugar, la organización interna de los centros de Secundaria impide en muchos casos la colaboración de toda la comunidad educativa en implementar esta idea de espacio multidisciplinar. No todos los centros educativos plantean horas específicas para su utilización curricular; el horario de apertura de las bibliotecas se limita a los recreos, y no existe la posibilidad de horario vespertino (a excepción de localidades en las que existan acuerdos con otras bibliotecas públicas, que estas sean necesarias por falta de espacios bibliotecarios en la localidad o aquellos centros que por su propia organización posean este tipo de horario). En algunos casos, la biblioteca se convierte incluso en espacios de castigo. Asimismo, las bibliotecas escolares apenas tienen representación en el organigrama jerárquico de los centros. Uno de los principales inconvenientes es la escasa representación del responsable de biblioteca en los órganos de gobierno internos, como la Comisión de Coordinación Pedagógica o el Consejo Escolar, salvo decisión puntual de los equipos directivos. Pese a que debe elaborar un Plan de Biblioteca adscrito al Plan de Lectura de los que se informa en Claustro, su desarrollo y gestión rara vez se explicita en ellos, salvo requerimiento expreso. Algunas comunidades autónomas, como Andalucía o Extremadura, estipulan en sus normativas el papel del responsable de biblioteca en los órganos colegiados de Secundaria, pero no se contempla así en todo el país. Esta figura, habitualmente asumida por docentes (no por profesionales, ya que ninguna legislación vigente en materia bibliotecaria escolar lo contempla), cuenta con una carga horaria entre 1 y 3 horas lectivas, según lo determinen los equipos directivos, lo que dificulta la dinamización continuada, el asesoramiento para el profesorado en materia de fomento lector y desarrollo investigación, así como su uso didáctico continuado (Camacho, 2005; Castán Lanaspa, 2009). Su misión, centrada únicamente en la gestión de fondos bibliográficos, debería ampliarse hacia un rol de facilitador del conocimiento, con una visión abierta, creativa y que posibilite la cooperación con la comunidad educativa, liderando de manera proactiva las actuaciones propuestas en este espacio compartido. Por último, la falta de planificación entre los equipos docentes y la biblioteca escolar obstaculiza el correcto funcionamiento de las bibliotecas escolares, no solo en la aplicación de estrategias lectoras y de promoción, sino también en las herramientas apropiadas para la adquisición de las competencias informacionales. Una posible solución es crear comisiones de bibliotecas que divulguen su labor a través de los canales de comunicación del centro, aunque todavía queda mucho por avanzar en ese sentido. Esta situación podría revertirse si el alumnado tomara la iniciativa y asumiera un papel activo en dichas comisiones, aportando ideas y dejando atrás su rol pasivo. Aprendizaje y Servicio: motor de cambio en las bibliotecas escolares de Enseñanza Secundaria Para que exista un cambio, debe existir una motivación de cambio. Pero el concepto de cambio debe surgir intrínsecamente, desde abajo, desde los implicados en el proceso, no solo desde arriba, desde las administraciones educativas, de manera forzada. Solo de este modo, se podrá obtener una vinculación de identidad con el espacio bibliotecario mediante el aprendizaje experiencial. El aprendizaje no debería basarse solo en contenidos curriculares, sino en la suma de estos a su aplicación práctica. De lo contrario, pueden quedar simplemente en meras nociones teóricas descontextualizadas. El Aprendizaje y Servicio contribuye a esta aplicación práctica. Cada vez más, los centros educativos trabajan en colaboración con otras instituciones y entidades que comparten una misma visión del mundo que nos rodea y que coinciden con un mismo ideal colectivo. Dentro de este encuadre, nos hallamos ante la metodología del Aprendizaje y Servicio (Puig, 2022). Esta metodología integra el aprendizaje de conocimientos y de valores éticos, convivenciales, artísticos y culturales (Tapia, 2020). Permite que el estudiante sea protagonista de su aprendizaje, aprendiendo dentro de un contexto y fortaleciendo su vínculo con su entorno, retribuyéndose también de él. El involucramiento de la comunidad educativa y el alumnado en estos proyectos podría modificar el futuro de las bibliotecas escolares en Secundaria. Los programas que impliquen al alumnado en el uso continuado y dinámico de la biblioteca, tales como el apadrinamiento lector y la adaptación de textos de la biblioteca a Lectura Fácil para colectivos inclusivos, o experiencias relacionadas con la lectura para personas mayores pueden contribuir a la participación directa de las bibliotecas escolares en la manera de percibir el entorno que tiene el alumnado, aunando así el estudio y el impulso lector con la conciencia social. La participación de la comunidad educativa, de agentes del entorno, en actividades y proyectos de la biblioteca provocará directamente un cambio en su actitud hacia este espacio, comprendiendo y asumiendo la noción de cultura bibliotecaria, imprescindible para el futuro de este espacio educativo. Aplicando una metodología colaborativa con el entorno y la comunidad, en la que el alumnado es el protagonista, puede darse la visibilidad que se le niega a la biblioteca escolar en la etapa de Educación Secundaria, y evidenciar su utilidad y misión formativa con dimensión social. A su vez, puede contribuir a la concienciación de toda la comunidad acerca de la importancia mayúscula que este espacio posee dentro del devenir educativo de nuestro alumnado. La sensibilización de toda la comunidad educativa ayudará a reforzar el hábito bibliotecario y pasará a formar parte de la cultura bibliotecaria. Referencias bibliográficas Caicedo, G. y Calle, R. (2019). Prácticas lectoras en la biblioteca escolar: una perspectiva de la formación de usuarios a partir de la pedagogía crítica. Rehuso, 4(1), 149-161. https://doi.org/10.33936/rehuso.v4i1.2123 Camacho Espinosa, J. A. (2005). La biblioteca escolar: centro de documentación, información y recursos para la comunidad educativa. Un punto de vista documental. Revista de educación. http://hdl.handle.net/11162/68817 Castán Lanaspa, G. (2009). Concepto, objetivos y funciones de la biblioteca escolar. https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/12956/CC-102_art_2.pdf Duque Cardona, N., Ramírez Zuluaga, J.D., Tobón Agudelo, J.D. (2019). Aproximación a la biblioteca escolar y al bibliotecario a través de la investigación en Latinoamérica, España y Estados Unidos: un acercamiento inicial a los conceptos. Revista Prefacio, 3(3), 31-45 Lugo, J. S., & Centeno-Casillas, K. (2014). Las competencias de información en la biblioteca escolar puertorriqueña: una exploración necesaria. Revista Interamericana de Bibliotecología, 37(1), 35. http://eprints.rclis.org/22647/ Puig, J.M. (2022). Aprendizaje-servicio, cambio de paradigma y revolución educativa. RIDAS, Revista Iberoamericana de Aprendizaje-Servicio, 14, 12-35. DOI10.1344/RIDAS2022.14.2 Tapia, M. N. (2022). Guía para desarrollar Proyectos de Aprendizaje-Servicio solidario: edición 20° aniversario CLAYSS. CLAYSS. 377 Puntúe este artículo: 4.0 Etiquetas: participación enseñanza Revista FAPA educación bibliotecas escolares